Atención: sólo si eres más de corto que largo plazo podrás entrar en la aventura.

sábado, 17 de noviembre de 2007

¿SE IRÁN LOS NUBARRONES?


Había oído hablar de ese tan temido problemilla que te puede impedir llevar un coito a su máximo exponente: el gatillazo. Nunca me había pasado... hasta este momento!!!
Fernando llegó ayer por la noche. Me invitó a cenar, luego un café en el sitio más chic de la ciudad, y vuelta a casa. A continuar la fiesta (por suerte mi tía Engracia se había ido el fin de semana a la aldea). Fue cerrar la puerta y empezar a comernos a besos, desvestirnos ( a Fernando le arranqué casi a mordiscos todos y cada uno de los botones de su carísima camisa Armani con sus iniciales bordadas). Llegamos a mi habitación y a desnudos y con ganas de dejarnos la piel en nuestro nuevo encuentro. Le dije:
- Prepárate, porque te voy a dejar seco.
Le cogí con mis manos su sexo, que aún no estaba excitado. Me puse a besarlo, y nada. Me lo introduje en la boca, y nada tampoco. Estuve un buen rato meneándolo de todas las maneras posibles, e imposibles porque hasta probé con los pies y sólo conseguí hacerle daño en los testículos.
- No me suele pasar esto. ¡Qué apuro!. Si quieres empiezo yo.
- No te preocupes. Quedémonos así, abrazados en la cama.
Nos besábamos de vez en cuando. Y esa cosa seguía tan fría, como si el tema sexual no fuese con ella. Fernando acabó por dormirse y yo me fui a la ducha a buscar un poco de "relax". Tuvo que ser con la ducha, como digo, porque mi consolador ya se lo agenció mi tía y se lo ha llevado a la aldea.
Con ese consolador hay una historia inolvidable. Fue un regalo de Jorge y su, por aquel entonces, novio Rafa. Decidimos hacer un viaje a Roma. Era mi primera visita a esa ciudad que me encandiló tanto que al volver me puse a aprender italiano (razón por la que mi madre también quería que fuese a la "beatificación fatal"). Jorge compró allí ese consolador que ponía "ROMA" y que en el momento en el que te lo introduces parece poner "AMOR". Se decidió a dármelo en plena plaza de San Pedro del Vaticano. Luego Rafa se dedicó a señalar los Sagrados Monumentos con el consolador y a perseguir a monjas y beatas con el aparato entre las piernas.
Salí de la ducha y me acosté al lado de Fernando. Me había olvidado de lo maravilloso y acogedor que es dormir abrazada a alguien.
A la mañana siguiente noté que Fernando estaba intentado excitarse.
- Joder, me he quedado impotente. Esto no sube de ninguna manera. Ni aunque me ponga cocaína en el glande. ¿Bajo a buscar un poco?
- Anda, deja, que con la suerte que tengo lo mismo nos pilla una redada y, hasta dentro de unos años, no quiero volver a una cárcel.
Estaba muy jodida, pero sin estarlo realmente. Traté de no dejar que me viera seria. En todo momento le resté importancia. Decidí hacer un pequeño sondeo telefónico. Obtuve estas respuestas:
Susana: "te estará cambiando la racha. ¿Y si empiezas primero por conocer al hombre y luego follar?"
Cleofé: "cuando mi marido falla en esto, yo me desahogo yendo de compras al día siguiente con su tarjeta. Pero, claro, esto no lo puedes hacer tú en estos momentos. ¿O puedes hacerlo?
Sole: "mira, eso es que te has echado el perfume equivocado o no estás tan atractiva como la otra vez. A mí eso no me pasa. Recuérdame darte unas clases"
Sofía, Valeria, Loreto, y Diego: "¿estás en estos momentos con un hombre? ¿y no se le levanta?. Ya es mala suerte porque con lo poco que debes de pillar..."
Nuria: " esto no pasa cuando estás con otra mujer. Pero con mi marido esto no pasa. Le doy a todo"
Jorge: "¿estás segura de que lo que le has mamado no era un dedo del pie?"
Jorge estaba graciosito por la mañana y no me sirvió de mucha ayuda; de Nuria sigo esperando el momento en que deje al marido y se haga su propia "islita de Lesbos"; y ya lo de Sofía, Valeria, Loreto, y Diego fue paranormal porque las llamadas fueron individuales y contestaron exactamente lo mismo (pasan demasiado tiempo en compañia).
Después de este sondeo que sólo me sirvió para alegrar a Telefónica, desayunamos. Fue todo en silencio. Fernando propuso desayunar desnudos porque si se le levantaba en cualquier momento ya nos poníamos al tema allí mismo. Y nada.
Sobre las 5 de la tarde decidió irse. Se duchó, se vistió poniéndose un jersey de los que habían quedado de Gregorio (aunque se llevó los restos de la camisa). Y concluyó diciendo:
- La última vez que me pasó fue con mi ex-mujer la misma noche en que le iba a pedir el divorcio. Estaba tan poco atractiva ese día. Y se había puesto un perfume que tiraba para atrás.
¿O sea, que Sole estaba en lo cierto?. Le di un beso de despedida. No nos dijimos si nos íbamos a llamar. Dejar pasar un tiempo sería lo mejor.
Me puse en el ordenador a mirar la prensa digital y allí los nubarrones dejaron un pequeño agujero a la claridad. Resulta que Fernando salía en una foto. Miré el titular y descubrí que Fernando se dedicaba a la banca sí, pero es que era el Presidente del Banco Creditalia. El mayor banco español y europeo. El siguiente paso fue mirar en Google: fotos, artículos, y hasta la Wikipedia hablaban de él.
Conclusión: aunque no se le vaya a levantar más en la vida tengo que empezar algo en serio con él. Me podría retirar y hacerme una señora de la alta sociedad. Cleofé se pondría verde de la envidia, y en la editorial se quedarían de piedra. Mi madre me volvería a hablar (por la cuenta que le traía). Podría ser la nueva Preysler...
¡Fernando, eres mi salvación!

jueves, 15 de noviembre de 2007

UN POCO DE SEXO TELEFÓNICO.


"Si le pudiese pedir una sola cosa a Dios, y Éste me la cumpliese, sería que no hubieses sido mi hija. ¡Puta!".

Al menos mi madre ahora no sólo llamaba para decirme simplemente "puta". Lo que sí tuve más complicado fue el hablar con Susana, mi hermana:

"Azu, si necesitabas dinero podías pedírmelo a mí. O incluso a mamá. ¿O estás haciendo esto por vicio?. No te reconozco. Mamá me llama todos los días al borde de un shock cada vez que recuerda el incidente del aeropuerto".

Me estoy dando cuenta de que los aeropuertos no están siendo sitios agradables para mi persona. Pero todo me daba igual porque iba a ser la madrina de la boda de Jorge y Richard. Estaba como en una nube. Hoy no me costó nada levantarme, y ni siquiera me exasperaba la idea de un atasco por las calles, o que en el metro la gente viniese con olores particulares. Nada podía cambiar mi estado de ánimo.

En la editorial todo fue como la seda: el ordenador no se colgó nadita, la impresora, el fax, y la fotocopiadora se habían propuesto ser máquinas perfectas. Hasta mis compis estaban como contagiados por mi felicidad desmedida. ¡Dios!, tengo un problema, ¿he dicho compis?. Ya se me pasará.

Para culminar este día, por la tarde me llamó Fernando:

" Me preguntaba que estaría haciendo ahora mismo la mujer más inocente de este país. Y, de paso, me pregunto si tendrá algún plan previsto. Aunque, claro, al conocer a mi hijo, que es más joven, me supongo que yo ya no te serviré".

Me apresuré a entrar en el juego del coqueteo telefónico. Yo llevaba las de ganar, estaba en mi terreno favorito para poder llevar a cabo mi estrategia de juego: tumbada en la cama medio desnuda.
- Fernando, eres un caballero muy cabrón. Me sabes llevar. Y eso me excita tanto.
- Eso significa que yo te he dejado mejor recuerdo.
- Aún tengo tu olor sobre mi piel. Soy capaz de recordar aquel encuentro y rememorarlo en la soledad de mi cuarto.
- ¿Lo recordarías ahora para mí?- preguntó muy interesado Fernando.
- Señor, es usted un tanto impaciente. ¿No puede esperar a que nos veamos?. De acuerdo, sólo para usted mantendré un momento de teléfono erótico de Oscar.

Y me empecé a masturbar. Primero poco a poco. Rozando mis pezones con las yemas de los dedos y sin dejar de suspirarle al teléfono. Seguía bajando mientras notaba la fuerte respiración de Fernando. Él también estaba excitado:
- Señor, ¿me haría el favor de acompañarme?. Aunque sea en la distancia, con sus jadeos no me sentiría tan sola en esta fría habitación.
- Azucenita, ya me tienes a punto de ebullición. Sigue, por favor.

Derramé sobre mi cuerpo la botella de agua fría que tenía en el suelo (casualidades de la vida). El frío pronto se tornó calor abrasante. De la excitación rompí el tanga y comencé a acariciar mi clítoris muy lentamente. A medida que notaba que Fernando intensificaba los suspiros yo aceleraba mis movimientos. La situación estaba a punto de estallar y ya no podía parar. Llevé el teléfono a mi sexo. Notaba a Fernando tan cerca. Casi como si estuviese en mi cama besándome en la entrepierna, muslos, acariciándome la piel con la lengua.

El culmen llegó a la vez para los dos. Fue casi tan bueno como un contacto cuerpo a cuerpo. Estaba exhausta:
- Ha sido un señor muy bueno y esto se merece un encuentro nuevo. ¿Le parece venir a mi humilde hogar y pasar otra noche inolvidable?
- Ya me parece que estoy tardando. En cuanto me digas, allí estaré con dos botellas del más caro champán, fresas, y un fino sirope de caramelo para cubrir tu maravilloso pecho y saborearlo como se merece.
- Este fin de semana estaré tan sola en casa...
- Allí me tendrás. ¿Podrás sobrevivir el día de mañana sin mí?
- Será duro. Muy duro.
- Para mí también será un día difícil. Chao, mi pequeña diosa sexual.

Su voz por teléfono era tremendamente sensual. Me sentía tan bien que me quedé un ratito más desnuda sobre la cama. Pero la magia se rompió con mi tía Engracia:
- Hija, por Dios. Tápate algo. Imagina que entrase con un hombre, ¿qué crees que diría?
- Ay, tía, no sé lo que diría. Pero yo desde luego que sí sé lo que le haría.
- De verdad, qué envidia. Estás desatada. No me digas que te has...
- Sí, me he masturbado. Ha sido tan especial.
Fue en ese momento cuando descubrí que mi tía nunca se había dado placer en soledad. Fue todo un descubrimiento. No lo hubiese pensado de ella, y menos ahora que era tan liberal:
- ¿Y ni siquiera en estos últimos años de viuda te has tocado?
- Pues no. Ya sabes que fuimos educadas a la manera de aquellos años. Y ahora no se me pasó por la cabeza. Aunque al verte me entra curiosidad.
- Tía, es hora de que empieces a adquirir nuevos hábitos. Cuando hay necesidad y no tenemos un hombre cerca... Ven que te voy a enseñar a dos amiguitos que no te van a defraudar.

Evidentemente, esos "amigos" eran el consolador que me había comprado Jorge hace algunos años y que funcionaba a las mil maravillas, y la ducha. Nada más vibrante que un buen chorro directo al clítoris para empezar el día. O acabarlo.

LA EMOCIÓN ME EMBARGA



Jorge me llamó hoy por la mañana porque ya tenía preparado el vestido que iba a llevar a su boda. Quedé por la tarde en ir a su estudio que a veces es también taller de costura.
De paso llamé a Cleofé para que se apuntase a venir y me contase sus últimos planes para colocar bien al niño en esa alta sociedad con la que se codeaba en la urbanización. Lo que más me extrañó fue que ni se lo pensó una vez cuando le propuse quedar. Vamos, es que respondió al momento. Juro que si la hubiese llamado para quedar y tirarnos por un barranco, la tía aceptaba gustosa.
Esa mañana conseguí involucrarme en el trabajo y estuve persiguiendo a mi jefe por toda la oficina. Era la mejor manera de evitar dar explicaciones a mis chismosas compañeras sobre el encontronazo con aquellos policías. Con respecto a Raúl he de decir que no lo han metido preso, y hasta podría decir que hemos ganado un "amigo". O al menos será nuestro amigo hasta que Sofía quiera.
- Sofía, ¿en serio te quieres liar con ese pipiolo?- se oía decir a Diego desde la fotocopiadora.
- Pues sí. Necesito sentirme un poco profesora. Al fin y al cabo, los polvos que haya podido echar ese infeliz no llegan ni a 10. Se le puede considerar un inexperto.
Charlas aparte, Loreto andaba de un lado para otro y con el móvil a pleno rendimiento. He de decir que todo esto lo veía desde mi mesa, la cual situé de manera muy estratégica desde el primer día que tomé posesión de mi "cargo". Pude saber que Loreto andaba muy estresada porque se había hecho unas pruebas de embarazo. Evidentemente no quería quedarse embarazada.
- Chicas, éste es un paso importante. No lo habíamos pensado. Desde luego que no se puede una tirarse al marido con exceso de copas - decía Loreto en la fotocopiadora, que ya era una segunda salita.
- No te preocupes que ya verás como no es nada - sugería Nuria.
Por lo demás la mañana no tuvo mucho más de chicha. Mi jefe, a última hora, me dijo que me tenía que quedar con él para comer porque se iba a reunir con una especie de cazatalentos literario y le iba a ofrecer nuevos descubrimientos:
- No se preocupe, Torres. Esta vez no hay gato encerrado. Quiero agilizar los trámites. Si veo algún libro que me guste, ya usted vuelve por aquí para mandarlo a los demás responsables.
O sea, que tenía que comer con mi jefe y después volver a la oficina a hacer, por lo menos, una hora extra.
La comida fue rápida y el tiempo que estuve en la oficina fue eterno. Estuve una hora escasa y estaba sola a esas horas. Una vez acabé, salí pitando. Por suerte no había traído el coche y me fui en el metro. Iba pillada de tiempo. Recogí a Cleofé, a la que noté cambiada:
- Cleo, te noto como cansada, o aburrida. No sé, te noto rara.
Cleofé casi se me echa a llorar en el coche. Me contó que había acabado contratando a una niñera interna y que dudaba de si era buena madre. Tenía una crisis en toda regla:
- Es que estoy dejando a Alvarito en manos de una desconocida que ni sabe depilarse bien el bigote. Y ni te cuento le entrecejo cómo lo tiene. Pero tiene tan buenos informes. Hasta sabe idiomas.
Me estuvo dando una brasa inacabable con el tema del niño. Para colmo no escogí bien las calles para ir a ver a Jorge y nos metimos en un atasco grande. Ahí fue donde Cleo aprovechó para contarme que no se sentía segura de ser madre. Hasta me dejó caer que ya no quería a su marido como antes. Concluyó su speech diciendo que seguro que esto era una pequeña mala racha:
- Mientras no me dé a la bebida, prefiero comentarlo con alguien como tú. Espero que no te haya sentado mal.
Llegamos tarde, como era de esperar. Eso implicaba que, con Jorge, estarían sus ayudantas que siempre llegaban a media tarde. Eran sus vecinas. Como toda vecina que se precie son cotillas y toquetean todo. Jorge las quiere mucho y no ve ningún tipo de defecto en ellas.
- Yo sólo sé que trabajan muy bien y eso me ayuda. Dales un voto de confianza, Azu.
- ¡Es que son la viva imagen del proletariado. Por Dios, qué asco! - dijo Cleofé por lo bajo.
Jorge y Cleofé nunca se llevaron bien y cualquier excusa servía para ponerse a discutir. Eran expertos en montar numeritos delante de la gente. De hecho, estas vecinas ni ocultaron sus cotillas intenciones al verlos lanzarse puñales:
- Espero que el vestido de Azu sea elegante. Y con elegante me refiero a que no la pongas de jeans. ¡Hay más mundo fuera del vaquero!.
- Lo que no puedo entender es por qué a ti Dios, en el reparto, te dejó bien situada económicamente. Si fueras famosa estarías de reina indiscutible del mal gusto. ¿Tú te has visto ese bolso que traes?
- Es lo último de Tous- comentaba hacia las vecinas Cleofé.
- Si yo fuese el diseñador de ese bolso, diría que es falso para que no me culpen por haber creado semejante mierda.
Puse un poco de paz porque ya veía que no me iba a dar tiempo a probar el vestido.
El vestido era precioso. Rojo en homenaje a Valentino, y con un escote de muerte. Me quedaba perfecto. Jorge hasta había pensado en el tipo de sujetador que debía llevar.
- Jorge, es superelegante. Pero, ¿no te parece muy atrevido para una boda?- le dije.
Jorge comenzó a explicarme todas las bondades del vestido: que si la tela era importada, que si ahora ya no se cuidan ese tipo de detalles en las bodas, que si le evoca "noche de fiesta por Venecia". Y finalizó con una frase impactante y que dejó caer como si nada:
- Además, Azu. Tú vas a ser la madrina de la boda y no puedo permitir que vayas de cualquier manera. Serás una parte importante en la ceremonia.
No sabía si llorar de emoción o preguntarle por qué no iba su madre. Pero opté por no expresar lo que sentía. Al final de la prueba no me pude reprimir. Le dije a Cleofé que fuera bajando y sacase el coche del parking. Aproveché ese momento para decirle lo orgullosa que estaba de ser la madrina de su boda.
- Tú siempre has sido muy importante en mi vida. Me has apoyado en los malísimos momentos.
De repente una idea me asaltó, y Jorge me leyó el pensamiento:
- Y tranquila. Richard lo sabe y está totalmente de acuerdo en que seas la madrina.
- Bueno, ahora sólo queda rezar todo lo posible para que no meta la pata ese día - le dije no sin cierto nerviosismo.

martes, 13 de noviembre de 2007

YOUNG GUNS


No se puede llevar una vida más excitante que la que tenemos en la editorial.
Ayer llegué con bastante antelación porque sabía que si llegaba al mismo tiempo que todos los demás tendría que explicar mi ausencia. Se me da mal mentir pero soy especialista en escaqueos.
A las chicas les había colado por teléfono que tenía un problema de "mujeres" sin especificar, y que me cogía los días para asuntos propios que no había usado. Y menos mal que no se me había puesto Diego porque no se le escapa nada y acabas confesando. Fue la llamada que gasté en la comisaría.
La primera parte de la mañana de ayer transcurrió sin mucho sobresaltos. Yo tenía un montón de trabajo en la mesa y para colmo no tenía a mi jefe para preguntar lo que tenía que hacer con tanto papeleo. El resto de la gente estaba trabajando y en silencio. Era un lunes raro porque normalmente los lunes son una continuación del fin de semana. Continuación que se hace en la salita.
Y la mañana se alteró, y de qué manera.
Valeria me llamó desde recepción:
- Oye, Azu. Que hay aquí un chiquito que quiere verte. ¿No sería en este en el que gastaste tus días de asuntos?
- Ojalá lo fuese. Digo, bueno que se pase más tarde. Voy a cien.
Y pasados 15 minutos:
- Azu, cariño. Si no lo quieres ver más porque ha sido el peor polvo de tu vida, pues se lo dices. Qué está aquí otra vez.
- Dile que estoy reunida. Mira, te juro que no sé quién es. Pídele el nombre.
- Raúl.
- Ni idea. Que vuelva otro día.
No obtuve respuesta por el teléfono. Más bien la respuesta vino a base de gritos y por el aire.
Me levanté de repente. Todo el mundo salió a la recepción y al momento se echaron a correr. Algunos hasta se pusieron a hablar por teléfono debajo de sus mesas.
Me acerqué hasta Valeria y pude ver a Raúl. No lo conocía, pero llevaba una pistola enorme. Valeria estaba llorando:
- Azu, que nos mata. ¿Pero qué le has hecho a este tío?.
Y le oí la voz:
- Calla, mamona. Así que tú eres la que me apartó de Laura.
Con tanto sobresalto ni me acordaba ya de Laura. Raúl era el novio desvirgado de Laura, la chica de la FCT que se nos fue con Rennée tras firmar el contrato coital. Estaba muy nervioso y sudando como si hubiese venido corriendo desde Jaca. ¡Y sin hacer paradita en Burgos!.
Lo primero que hice fue mirar al techo. Quería mirar al cielo como para mandarle un mensaje a Dios: " O sea que este es mi castigo por disgustar a mi madre", pensé. No sabía lo que hacer, pero ya tenía yo a una conciencia bujarrona llamada Diego para guiarme:
- Cari, no te acerques mucho. Dile que deje libre a Valeria y luego le cuentas lo desgraciados que somos todos aquí. Que fijo que en el Santander se merecen hasta sobres con antrax.
- Esto no es el Oeste, Diego. Que es el novio de Laura, la que se benefició al gabacho. Y Valeria no está presa, puede meterse si quiere.
- Uh! Pues en el tema "novios desdichados que buscan venganza" no te puedo ayudar.
Me suponía que Diego escondería el rabo en los dos sentidos de la palabra. Decidí hablar con Raúl para hacer tiempo y que apareciese la policía. Que digo yo que alguien habría avisado:
- Tranquilo, Raúl. Yo no tengo nada que ver. Si hay alguien culpable aquí es la ley del deseo que hizo que Laura se uniese sexualmente a otro hombre.
-¡Qué puta que eres!. Y vas y me dices que mi Lauri ha follado con otro.
- Ahí no has estado fina- apostilló Diego.
- Pues vienes aquí y hablas con él. Mira, lo mismo hasta haces que cambie de gustos y te lo tiras.
- Guapa, no estoy tan necesitado como tú, que mira que cara tienes - este tipo de frases-puñal son especialidad de la casa. Aquí en la editorial se practica mucho este deporte.
- Pues que sepas que estas semanas he follado y bien. Unos polvos que recordaré siempre.
- Tú siempre tan poética. Seguro que ni follaste, y era en tus sueños. O peor, que fue fruto de masturbaciones mezcladas con imaginación y te has creído que has follado y todo.
Y un tiro formó un boquete en el techo:
- Coño, que aquí soy yo el que tiene una pistola. Y os puedo matar. Callaos ya. Exijo que me digáis dónde está Laura.
- Eso no te lo puedo decir... - y no pude decir más.
- En Francia. París, más exactamente. Y hasta te puedo dar la dirección exacta- no dudó en intervenir Diego.
- Tú es que cuando tienes miedo te despojas de todas tus plumas, ¿verdad?- le dije entre dientes.
- ¡Ahora me dirás que quieres morirte!. Que se vaya a la central francesa a liarse a tiros y nos deje en paz.
Raúl, cansado, me agarró y con amenazas nos metió en la salita a las chicas, que estaban agazapadas detrás de las plantas, y a Diego. El resto de la gente aprovechó para irse. Su momento de gloria y valentía ya había pasado. Al menos nos pudimos tomar unos cafés y calmamos un poco al pobre chico.
Nos contó, con mucho lirismo, su historia de amor con Laura. Por amor, Raúl renunció a estudiar la carrera de Derecho en una privada fuera de la ciudad, y se puso a estudiarla en la pública. Por amor, también, se puso a trabajar para poder ahorrar y tener un coche que tanta ilusión le hacía a Laura:
- Y que si tenía coche que lo haríamos allí por primera vez me dijo.
- Pues donde esté la cama o la lavadora en funcionamiento- esa era Marisa que hizo que todos mirásemos hacia ella a la vez.
Raúl ya había soltado la pistola y la situación se despojó de toda la tensión y miedo anteriores. Sofía marcó el siguiente momento:
- ¿Sabes?. yo me quería tirar al francés ese que se llevó tu querida. Así que yo por venganza te ofrezco que nos lo hagamos aquí.
- Sofía, mira si vas salida que ya no andas por tu propio pie, sino que vas nadando de lo mojada que andas. Y creo que hablo en nombre de todos cuando digo: ¡¡¡no quiero ser espectador de excepción de este polvo!!!- dijo Diego, aunque con cierta envidia.
- ¡Pero hombre!. Yo me refería a hacerlo por algún lugar de la oficina. La sala de juntas está vacía y es muy amplia, y con moqueta. ¿Qué dices, Raúl?.
Raúl no se creía lo que estaba sucediéndole y accedió pero con cara de asombro. Sofía lo cogió de la mano y se dispusieron a salir de la salita. Al abrir, enseguida entró la policía que estaba esperando el momento. Y aquí entra mi persona en juego:
- ¡Alto, Policía!. Coño, si está la puta también.
Primero miraron a Valeria, por esas cosas de la fama. Al momento cambiaron las miradas cuando me arrebaté:
- Hasta cuando voy a tener que explicarle al mundo que todo fue un malentendido.
El silencio se apoderó de toda la oficina, si bien es cierto que sólo quedábamos nosotros. La Policía se llevó a Raúl pero Sofía prometió visitarlo a la cárcel, en un alarde de melodramón del kilo.
Cuando se fueron las chicas y Diego se me acercaron:
- Azu, ¿para cuándo una cena relajada y nos cuentas detalles de esa vida tan azarosa que parece que llevas?- sentenció Valeria

domingo, 11 de noviembre de 2007

EN EL LÍMITE DE LA CORDURA.

La situación es la siguiente: mi tía Engracia ha decidido pasar unos días conmigo. Que me tenía muy olvidada y había descubierto lo rico que era mi mundo, y que debería compartirlo con ella. Lo que pasa es que a mi tía, con la cirugía, le han metido un gen de la promiscuidad.
Mi madre, en estos casi dos días, sólo llama para decirme: "puta"; luego cuelga. Al principio me dejaba un poco choff, pero ya me he acostumbrado. Vamos, que es casi como las campanadas de una iglesia cada 15 minutos.
Ayer salí de noche con mi tía (es que suena de un mal) y parecía que seguíamos en Italia. La presenté a mis Maris y ya se convirtió en la estrella de la noche. Luego, que si unos pensaban que éramos hermanas, para entrarle a ella; que si otros pensaban que cómo podía ser que una madre tan joven y tan guapa ya tuviese a una hija, para entrarle a ella. Total que mi noche fue de beber vodka hasta casi saber ruso. El único que se me acercó fue para preguntarme si los vaqueros eran de esta temporada porque, si lo eran, desde luego que conservaba muy mal la ropa.
Acabé en el After del "Tío Luis". No es de mi familia, pero es el sitio al que acudo todas las noches que me quedo sola y los demás han encontrado plan para "desayunar". Lo más fuerte de todo fue ver que ya estaba el after decorado para la Navidad. Me deprimí, pero resistí la tentación de darme el tequila. De repente una mano conocida tocó mi cintura:
- Vaya, Azu. No me pensaba que tus salidas nocturnas fuesen tan deprimentes.
Me giré. No lo conocía. Estaba desconcertada.
No se presentó, simplemente se puso a hablar. Los temas eran diversos: la noche, el amor, la soledad ante una copa, la inflación, que si el Rey... Se ofreció a acompañarme a casa y yo me lancé:
- Sólo si me prometes quedarte a darme un poco de calorcito en la cama.
Accedió. "Jódete, Engracia", pensé. Llegamos a casa y mi tía estaba. Digo que estaba porque los gemidos eran de ella claramente.
- No es que comparta piso. Tengo un familiar que está volviendo a la vida a pasos agigantados.
- Me parece estupendo que tengas buen rollo con la familia. Y tienes un piso muy bonito.
Nos tomamos la última y empezamos la acción en el sofá. Conseguimos concentrarnos y olvidar el ruido que venía de la habitación del fondo. Fuimos llegando a la cama a medida que nos íbamos quitando la ropa y sin dejar de besarnos. La excitación crecía por momentos y me dejé llevar por sus fuertes brazos.
Ya en la cama saqué un condón y me decidí a ponérselo:
- ¡Un momento!. Hay algo que debes saber- me dijo entre suspiros.
- ¿Eres virgen?
- No.
- ¿Estás casado?
- No.
- ¿Ladillas?
- No.
- ¿Te va la lluvia dorada? ¿La coprofagia?
- No, tampoco.
- Pues entonces vamos a ello.
Y follamos toda la noche. Estuvo muy bien y me acercó a mis objetvios de basar mi vida en rollos de una noche. Me quedé sin saber eso tan importante que este tío me quería decir, pero es que tampoco quería saberlo del todo. Sólo me hacía dudar el que en el after me resultase conocido cuando me tocó.

Y esta mañana fue como jugar al amigo invisible entre mi tía y yo, o sea, descubrir los tíos. En la cocina estaba un negrazo de los que quitan el sentido. Desnudo. Todo en él era perfecto. Un cuerpo cincelado y de ébano con un sexo prominente y proporcionado:
- Mira, Azu. Me venía con Enrique a casa y vi a este chulazo vendiendo cd´s y no me lo pensé.
- ¿Dejaste a ese Enrique en la estacada?
- ¡Qué va!. Si le pareció maravillosa la idea del trío. Y yo mandando como nunca.
Esta pequeña conversación necesitaba de un café servido en la bañera.
"Mi hombre" apareció ya vestido y fue la luz del día la que hizo que su cara me recordase a la de alguien. Como no conseguí descifrar mis dudas, tomamos el desayuno con mi tía y su varonil séquito. El Enrique en cuestión también era de rompe y rasga, y estaba desnudo. Parecía que estábamos en el descanso de una de porno gay. El desayuno transcurrió en silencio hasta el eructo del negrazo, que nadie sabía como se llamaba y no hablaba nuestro idioma (pero el idioma del sexo sí). Ese eructo hizo que me pusiese a hablar con "Jaime". Sí, se llama Jaime y tiene 30 años. Trabaja en un banco, en un puesto corporativo y no está casado ni tiene novia. A mi ya me valía para los restos aunque tengo que resistirme a buscar al hombre de mi vida a la primera de cambio.
El desayuno se acabó en el mismo momento que Jaime desveló su incóngita. Era el hijo de Fernando y sabía quien era yo.
- Constantemente mi padre y yo nos contamos nuestras aventuras con mujeres. Tú has sido de las mejores y por eso quiso que te conociera. Espero que no te resulte nada violento. Te lo quise decir pero no parecía importarte.
Mi cerebro se llenó de hormigón para evitar sobresaltarme:
- ¡Para nada!. Si yo estoy en una fase de rollos de una noche. ¡Mira qué bien! Me lo he hecho con el padre y con el hijo.
Estaba claro que era su hijo. De ahí lo de la mano. Y hasta le empezaba a ver parecido físico y todo. Me estuvo persiguiendo toda la noche hasta poder encontrarme a solas y llevarme a su terreno. Si digo la verdad, me siento un poco engañada y hasta una rata de laboratorio con dos tíos "experiementando" conmigo. En otro momento de mi vida resultaría humillante. Ahora no puedo tener ese sentimiento, prefiero pensar que ha sido fruto de la casualidad.

Y ahora, evaluando la situación y contrarrestando los datos de ambos, me quedo con el padre.