Atención: sólo si eres más de corto que largo plazo podrás entrar en la aventura.

domingo, 9 de diciembre de 2007

MOVIDA NOCHE IBICENCA.



Y doy gracias a la vida por haberme librado de ir a la comisaría porque la que se montó ayer fue de traca y por mi culpa. Pero me salí con la mía (al menos de momento).

Me pasé el día de ayer esperando y deseando que llegase la noche y poder decirle cuatro cositas a Diego. Para colmo, me llamó el editor por la tarde:

- Señorita Azucena. Tengo entendido que usted es muy amiguita del señor Perzano (Roy), y que también anda muy amigada con nuestro empleado Diego, el sindicalista de los cojones. Sólo quería decirle que está muy feo eso de hacer de celestina, si ello conlleva la quiebra de la compañía.

O sea, que ahora la culpable de que estos dos se hayan liado es mía. Ni siquiera tuve momento de réplica. Sólo me salió una frase al estilo de Cruella: "haré lo posible por acabar con la felicidad de nuestra principal fuente de ingresos". Todo esto en el contexto de un restaurante muy elegante y con amigos de Ale delante:

- Es que estoy en un grupo de teatro y a veces sobreactúo.

Eso no se lo tragó nadie y a mí sólo me sirvió para despreocuparme por un momento. Mi ira iba creciendo a medida que pasaba la tarde. Me llama mi prima Carmucha:

- Joder, tía. ¡Eres una guarra!. Se han enterado en la aldea de que ya no estoy con Manolo. Un apuro del 15 que pasé porque nos presentamos allí y tu madre que me empieza a llamar de todo. Es que sólo a ti se te ocurre hospedar a la tía Engracia y presentarle a tus amigos que, por casualidad, me conocen y largan mil hasta por la punta de los pies. Ya puedes ir buscándote otro lugar donde depilarte, y a ver si encuentras mejor precio, monina.

Genial, también mi prima. ¿Qué culpa tengo yo de que mi tía Engracia alterne por Chueca y sea un personaje en alza en la movida?. Lo que ya no me extraña es lo de mi madre, que se ha vuelto de insulto fácil. Para terminar de llenarme de mala leche, mi hermana:

- Eres de lo más insolidario. Yo te conté mi problema buscando comprensión y me encuentro a una cerda egoísta que como en estos momentos está con un ricachón y en Ibiza, se olvida de los demás. Así no le vas a llegar ni a la aguja del tacón a Elena Cue. Ojalá fueses adoptada.

Bueno, que iba calentita y a una fiesta hippy. ¡Bravo!, lo que necesitaba. Gente que se cree hippy pero que no salen de casa sin sus buenas tarjetas de crédito y sus bolsazos CH, PG, DKNY,... ¡hasta las siglas me están enfureciendo!.

- Azu, creo que podemos ir a otro sitio y te relajas un poco. A mí esas fiestas no me acaban de convencer - me decía Ale mientras me atusaba el pelo.

- No me trates de convencer que estoy calentita. Sólo le voy a dejar claro, una vez más, a Diego todo lo que se está jugando él y sus compañeras con este rollo. Porque esto es un rollo y sólo por joder el tío va a tratar de aguantar al lado de Roy por cabezonería. Si son incompatibles, ¡por Dios!.

Llegamos a la fiesta. Diego que nos ve al vuelo y se acerca. Muy cariñoso. ¡Mierda!, así no podré enfadarme. Sabe como manejarme. De repente aparece Roy con una camisa de flores y un pareo con un corazón pintado que ponía: "Diego es para siempre".

- Son tulipanes, churri. ¿Te gustan? - dijo Roy

- Vaya, Roy. Sí que has dado un cambio drástico. Me voy a beber que lo necesito.

Ale se lo pasó en grande. Para que luego me dijese que estas fiestas no eran lo suyo. Yo me limité a quedarme en la barra a vigilar la situación y a conspirar con el camarero. Me hice bastante amiga de él y surgió el plan:

- ¿Y tú por cuánto dinero estarías dispuesto a enrollarte con ese de ahí (señalando a Diego)?

- Uh, vida. Yo nada, me gusta a rabiar. ¿Lo conoces?

- Estás de suerte. Vente que te lo presento. Y no te preocupes por la barra que yo te continuo con el cotarro.

Ya al presentarlos noté en Diego esa típica cara de " te voy a follar y haré una fotografía mental de ese pedazo de miembro que tienes y que ya vislumbro en ese pantaloncito tan ceñido". El plan iba a funcionar a las mil maravillas. Se fueron a una especie de reservado. Esperé unos minutos y luego avisé a Roy para que fuera hasta allí:

- Roy, Diego te espera en el reservado. Ya sabes, un poco de marcha extra.

Lo que vino después era para verlo. Roy se alteró y no paraba de gritar:

- ¡Hijo de puta, pero si a mí siempre me la has comido con condón!. Y en cuanto a tí...

Comenzó una pelea que no entraba en mis planes. Pero también me sirvió para comprobar que Roy sabe pelear y con un estilo que ni Bruce Lee. La pelea se convirtió en el centro de atención de la fiesta: el camarero desnudo y con el miembro aún erecto, y Roy con los ojos a punto de salirse de las órbitas. Si hasta soltaba alaridos al estilo de "Braveheart". No podía perder ripio de la situación. Se me acerca una estúpida:

- ¡Qué marcha!. Tú, sírveme un martini.

- En estos momentos la barra está cerrada con motivo de la contienda.

- ¡Habrase visto!. Tú me sirves que para eso te pagan

- Ahí te has colado. A mí no me paga nadie. ¿Quieres el puto Martini?

Y le tiré el Martini a la cara. Ella vino hacia mí como poseída y comencé a pegarme con ella. Al rato media fiesta estaba a leches como si el pegarse fuese un virus. Aprovechando mi furia, esquivé a la pija y me lancé hacia Diego. Le empecé a tirar del pelo:

- ¡Mira la que has montado!. Ya sabía yo que lo de Roy no iba en serio. Eres un maricón y de los peores.

- ¡Pero si me lo has presentado tú, putona!. Calla, porque nos consta que algo puta sí has sido. Y con éste estás por el dinero. Aprovechada de mierda.

Le di un puñetazo que lo dejó tirado en el suelo. Se me ocurrió rociarlo con todas cuantas botellas de alcohol encontré . Mi mano comenzó a resentirse minutos después. Se oían las sirenas de la policía. Fui hacia Roy y me lo llevé con ayuda de Ale. Al salir, escondiendo la mano, expliqué a la policía que todo lo había empezado un tipo que estaba tirado en el suelo apestando a alcohol y que, "por lo visto", obedecía al nombre de Diego.

- Azu, me das miedo con estas cosas que haces. Pobre Diego, ¿cuánto estará en la cárcel? - me dijo Roy entre sollozos.

- Ahora lo que tienes que hacer es olvidarte de él, y del amor. Lo tuyo es sufrir y rajar de esta mierda de vida.

Ya lejos de la fiesta, Ale me dijo mientras conducía:

- Yo te hubiese defendido de la chica esa pero vi que te las arreglabas tú solita. Aparte de que se me da muy mal eso de pelear. Pero como tú sabes, pues ya me siento más protegido.

He sido mala. Hay que tener en cuenta que estaba en juego mi cabeza, la de los demás empleados de la editorial, y llevaba el chip mental lleno de malas intenciones después de las llamaditas.

Ahora me da pena Diego, pero conseguiré que lo suelten. Y a ver que se me ocurre para que no me odie el resto de su vida.